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Historia396.cl
Espacio global y larga duración; sobre algunas nuevas corrientes. / Josep Fontana / 237
historia Global space and the lonG term; on some new currents in historical research
Universidad Pompeu Fabra. Barcelona, España.
Este artículo indaga sobre una serie de movimientos de renova-ción de la historia que tratan de adaptarse a las perspectivas de la sociedad actual, en cuyos trabajos colaboran con frecuencia científicos de otros campos. Los rasgos que comparten estos movimientos es la suposición de que una extensión del campo de trabajo, pasando de los marcos nacionales cultivados tradicio-nalmente a ámbitos más globales en el espacio, y del momento puntual a la larga duración, en cuanto se refiere al tiempo, es una condición necesaria para que el estudio de la historia se pueda aplicar con mayor eficacia a los problemas que cuentan en el mundo actual. Según el autor, la complejidad que caracteriza los fenómenos sociales de nuestro tiempo exige que enriquezcamos el utillaje con que hacemos preguntas al pasado, pero nos obliga también, atendiendo a que los hechos que estudiamos no pueden disociarse de las peculiaridades de la naturaleza humana, a utilizar con mucha prudencia el instrumental analítico que se nos ofrece desde fuera de nuestro campo, distinguiendo lo que es útil de lo que puede llevarnos a una simplificación abusiva.
palabras clave: historia, corrientes de renovación, espacio global, larga duración.
This paper explores several movements of historical renovation which try to adapt to the perspectives of today’s society and in which scientists from other fields make frequent contributions. One of the features that these movements have in common is the assumption that an extension of the field of work, from the national frameworks cultivated traditionally to more global fields in terms of space, and from short to longer periods in terms of time, is a necessary condition so that the study of history can be applied
more effectively to the problems of today’s world. According to the author, the complexity that characterizes the social phenome-na of our times requires us to enrich the tools with which we ask questions to the past, but since the facts that we study cannot be dissociated from the peculiarities of human nature, it also for-ces us to use the analytical tools from outside our field very cau-tiously, distinguishing what is useful from what might lead us to over-simplification.
Keywords: history, renovation movements, global space, long-lasting.
Hay un fenómeno del que tal vez no somos conscientes los que nos dedicamos a la investigación y enseñanza de la historia. Y es que, mientras buena parte de la actividad que se desarrolla de acuerdo con los viejos parámetros académicos queda cada vez más aislada, destinada al consumo interno de la profesión, hay una serie de movimientos de renovación de la historia que tratan de adaptarse a las perspectivas de la sociedad actual, en cuyos trabajos colaboran con frecuen-cia científicos de otros campos. Esta situación, además, se ha visto favorecida por la inseguridad que la crisis financiera mundial ha creado entre quienes creían disponer de herramientas infalibles de previsión de la marcha de la economía, que vuelven ahora a pedir a los historiadores, como ocurrió después de la crisis de 1929, un conjunto de referencias capaces de explicar satisfactoriamente lo que ha sucedido.
El rasgo que estos cambios tienen en común es la suposición de que una exten-sión del campo de trabajo, pasando de los marcos nacionales cultivados tradi-cionalmente a ámbitos más globales en el espacio, y del momento puntual a la larga duración, en cuanto se refiere al tiempo, es una condición necesaria para que el estudio de la historia se pueda aplicar con mayor eficacia a los problemas que cuentan en el mundo actual.
La reivindicación más repetida, y más elemental, es la que nos propone abandonar la limitación de trabajar en marcos “nacionales”, con el fin de abrirnos al marco mundial de la globalización, en un sentido muy distinto al de aquella forma de mis-celánea que se llamaba tradicionalmente “historia universal”, que no solía pasar de ser una colección de historias nacionales unidas por un discurso eurocéntrico.
El más extendido de estos movimientos de renovación del marco espacial es el de la “World History”, que se define como “macrohistoria: transregional, trans-nacional y transcultural”, y que se expresa a través de una revista impresa (Jour-nal of World History), otra que es accesible a través de la red (Bulletin of World History) y una tercera digital y de libre acceso (World History Connected). Hay
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en estos momentos incluso un manual de introducción a la “world history”, obra de Peter N. Stearns1.
Pese al gran número de investigadores y docentes que agrupa, y a las muchas actividades internacionales que desarrolla (su último congreso internacional ha tenido lugar en Beijing y el del próximo año tendrá como escenario Albuquerque), la verdad es que esta corriente es de un interés limitado, desde un punto de vista teórico y metodológico, como consecuencia de su eclecticismo. En la lista de los libros que la asociación recomienda en el terreno de “Conceptos y metodología” figuran el Estudio de la historia de Toynbee o La decadencia de Occidente de Spengler, dos ejemplos de morfologías de escasa utilidad, en especial la segun-da, al lado de los excelentes textos de la “big history” a que me referiré seguida-mente. Por su propia carencia de una reflexión propia, cabe considerar la “World History” más como un amplio marco de encuentro para quienes se interesan en la renovación de la historia internacional que como una escuela.
Más interesantes son, desde un punto de vista teórico y metodológico, las co-rrientes que quieren darnos una visión global de la historia depurada de las taras del eurocentrismo y de la linealidad de las viejas concepciones simplistas del progreso, como la “global history” de Bruce Mazlish, que nos presenta su pro-puesta como el estudio del proceso colectivo con que numerosos participantes crean una nueva civilización2. O como otra corriente que reivindica también la misma denominación de “global history”, que tiene como a uno de sus repre-sentantes más destacados a Antony G. Hopkins, y que plantea la necesidad de que los historiadores se incorporen al estudio de la globalización con una nueva óptica, huyendo de la tradicional que lo reducía todo al “triunfo de occidente”3. Lo que nos propone es un estudio que se enfrente al tema de la globalización como un fenómeno creado conjuntamente por occidente y por los otros, aun-que destinado a producir un mundo desigual como es el nuestro. En esta mis-ma línea de las revisiones del tópico del “milagro europeo” tenemos también el sugerente libro de Jack Goody sobre “el milagro de Eurasia”4.
En un grado superior de complejidad encontramos los estudios que nos propo-nen formas nuevas de historia comparada para analizar más eficazmente los de-sarrollos globales, como el de Kenneth Pomeranz sobre China y Europa, donde sostiene que Europa y el Extremo Oriente estaban en situaciones semejantes
Stearns, Peter, World History. The Basics. Abingdon y Nueva York, Routledge, 2011.
Mazlish, Bruce y Buultjens, Ralph (eds.), Conceptualizing Global History. Boulder, Westvi-ew Press, 1993.
Hopkins, Anthony, Globalization in World History. Londres, Pimlico, 2002; Hopkins, Anthony, Global History: Interactions Between the Universal and the Local. Basignstoke, Palgrave Macmillan, 2006.
Goody, Jack, The Eurasian Miracle. Cambridge, Polity Press, 2010.
de desarrollo hacia 17505, en una línea de razonamiento semejante a lo que sostenía Paul Bairoch en sus trabajos sobre la modernidad del subdesarrollo6. O los de Takashi Yamashita que, examinando la lógica de un sistema centrado en China, ha transformado nuestra visión del papel del Extremo oriente en el mundo en el transcurso de los siglos XVI al XX7.
En un sentido parecido están los trabajos de Victor Lieberman, que condena las “historias binarias”, basadas en la comparación directa de Oriente y Occidente, y busca las coincidencias que se dan en diversos países en los procesos de formación de estados por medio de la consolidación territorial, la centralización administrativa y la integración cultural8. Esta misma línea de visión comparada a gran escala de las formas de desarrollo político nos la ofrecen algunos análisis sobre imperios y naciones como el de Jane Burbank y Frederick Cooper, que nos hablan en Imperios acerca “del poder y las políticas de la diferencia”9.
Una revisión global no puede limitarse a la ampliación del espacio considerado, sino que necesita una renovación a fondo del tratamiento que damos al tiempo, que prioriza hoy la larga duración. Esta propuesta ha aparecido en prehistoriado-res como Daniel Lord Smail, quien en On Deep History and the Brain se basa en evidencias del paleolítico tardío para estudiar el comercio a larga distancia de puntas de flecha y de ámbar10, o en arqueólogos como Peter S. Wells, espe-cializado en el estudio de la época romana y postromana, que nos propone que abandonemos la dependencia del documento escrito y nos descubre, sobre la base de los hallazgos arqueológicos, una Europa con nuevas ciudades y una nueva tecnología en tiempos que tradicionalmente se consideraban como la época más oscura de la alta edad media11. Penélope Corfield, sobrina del gran historiador británico Christopher Hill, nos propone por su parte combinar las perspectivas temporales largas y cortas en un análisis de conjunto12.
Pomeranz, Kenneth, The Great Divergence. China, Europe and the Making of the Modern World Economy. Princeton, Princeton University Press, 2000.
Bairoch, Paul, Victoires et déboires. Histoire économique et sociale du monde du XVIe siècle à nos jours. París, Gallimard, 1997, 3 vols.
Hamashita, Takeshi, China, East Asia and the Global Economy. Regional and Historical Perspectives. Abingdon y Nueva York, Routledge, 2008.
Lieberman, Victor, Beyond Binary Histories: Re-imagining Eurasia to c. 1830. Ann Arbor, University of Michigan Press, 1999.
Burbank, Jane y Cooper, Frederick, Imperios. Barcelona, Crítica, 2011.
Smail, Daniel, On Deep History and the Brain. Berkeley, University of California Press, 2008.
Wells, Peter, Barbarians to Angels. The Dark Ages Reconsidered. Nueva York, Norton, 2008.
Corfield, Penelope, Time and the Shape of History. New Haven, Yale University Press, 2007.
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Los planteamientos de la “deep history” se han extendido, dando un paso ade-lante, en una reciente obra colectiva, Deep History. The Architecture of Past and Present, compilada por Daniel Lord Smail, profesor de historia de la Universidad de Harvard, y Andrew Shryock, profesor de antropología de la Universidad de Michigan, con la colaboración de un equipo internacional de especialistas, que nos proponen el análisis en profundidad y a largo plazo de una serie de aspectos que no suelen aparecer en nuestros libros de historia, como la evolución del cuerpo humano, de la energía y los ecosistemas, del lenguaje, de la alimenta-ción, del parentesco, de las migraciones o de los bienes de consumo13.
Aunque no cabe olvidar que en lo que se refiere a la historia del cuerpo humano existe ya una corriente de historia antropométrica firmemente asentada, a la que recientemente se ha añadido una importante aportación, como es el libro de Floud et al. The Changing Body14.
La más interesante de estas corrientes que nos proponen una visión del tiempo a largo plazo es la de la “big history”, un término propuesto en 1990 por David Christian, que se difundió sobre todo con su libro Mapas del tiempo, publicado en 200415. Christian, que es un especialista en historia de Rusia, se inspiraba ante todo en la obra de los McNeill, y en especial en su síntesis de historia universal Redes humanas16, pero con la intención de ir mucho más allá. La pre-tensión de Christian es la de abarcar la totalidad de la evolución histórica, desde los orígenes del universo hasta los tiempos actuales, con la idea de que este tipo de observación puede permitirnos identificar procesos, temas y pautas que resultarían imperceptibles en el tiempo corto y que pueden ayudarnos a contex-tualizar y dar sentido a la diversidad aparentemente caótica de las interacciones humanas, tal con lo requiere la complejidad de las realidades sociales de co-mienzos del siglo XXI.
Un tipo de análisis que nos facilite, de paso, la tarea de hacer previsiones de futuro. Como dice en uno de sus artículos metodológicos, “Contingency, pat-tern and the S-curve in human history”, se trata de estudiar los detalles, los hechos puntuales, con una óptica que, sin negar la contingencia, nos permita ver las pautas que dan sentido al conjunto y nos ayuden a contestar las grandes
Smail, Daniel y Shryock, Andrew (eds.), Deep History. The Architecture of Past and Pre-sent. Berkeley, University of California Press, 2011.
Floud, Roderick, Fogel, Robert, Harris, Bernard y Chul Hong, Sok. The Changing Body. Health, Nutrition, and Human Development in the Western World since 1700. Cambridge, Cambridge University Press, 2011.
Christian, David, Mapas del tiempo. Barcelona, Crítica, 2005.
McNeill, John, Las redes humanas. Una historia global del mundo. Barcelona, Crítica, 2004.
preguntas como ¿De dónde venimos? o ¿Cuál es nuestro lugar en el espacio y en el tiempo?17
Sorprendentemente, los cursos de “big history” que Christian comenzó a dar en Sidney en 1989, a la vez que seguía su investigación especializada para escri-bir una historia de Rusia y de Asia Central18, tuvieron un éxito considerable. Eran cursos que iban desde el “big bang” hasta la actualidad, y que dedicaban un apartado final a los futuros posibles. Estaban concebidos con un enfoque multi-disciplinar, contando con la colaboración de especialistas de diversas materias, desde astrónomos y geólogos a científicos sociales. El éxito de los cursos de “big history” se ha repetido después en el caso de los que se hacen en diversas universidades de California y en la de Amsterdam, donde los dirige Fred Spier.
El holandés Fred Spier, per su parte, había comenzado estudiando bioquímica e interesándose por los problemas de la ecología; pero como no podía seguir la clase de estudios que le interesaban en las universidades holandesas, hizo un audaz giro en su carrera investigadora y comenzó estudios de antropología cultural, que aplicaría a la investigación de una zona de los Andes del Perú, con el objeto de analizar las prácticas de trabajo, las creencias y las ideas de unas comunidades campesinas tradicionales, con la intención de sacar a la luz la ra-cionalidad de sus prácticas y el sentido de su relación con el medio natural. En 1992, cuando había completado su proyecto de investigación sobre los Andes, que culminó con la publicación de dos libros19, se encontró con que el fin de la guerra fría dio lugar a que desapareciera de las universidades holandesas el interés por los problemas de los países subdesarrollados, y por los de América Latina en concreto, lo que le hubiera impedido proseguir en su línea de pre-ocupaciones, de no haberlas desplazado al terreno de la “big history”, lo que le permitió encontrar un nuevo marco para dar una salida satisfactoria a sus inquietudes, a la vez que le ofrecía la oportunidad de organizar unos cursos que muy pronto contaron con el apoyo de cientos de estudiantes20.
Christian, David, “Contingence, pattern, and the S-curve in human history”. World His-tory Connected. Vol. 6. Nº 3. 2009; Christian, David, “Afroeurasia in geological time”. World History Connected. Vol. 5. Nº 2. 2008; Christian, David, This Fleeting World. A Short History of Humanity. Great Barrington, Mass., Berkshire, 2010.
Christian, David, A History of Russia, Central Asia and Mongolia. Malden, MA, Black-well, 1998.
Spier, Fred, Religious Regimes in Peru: Religion and state development in a long-term perspective and the effects in the Andean village of Zurite. Amsterdam, Amsterdam Uni-versity Press, 1994; Spier, Fred, San Nicolás de Zurite: Religion and daily life of a Peruvian Andean village in a changing World. Amsterdam, VU University Press, 1995.
Spier, Fred, “The small history of the Big History course at the University of Amsterdam”. World History Connected. Vol. 2. Nº 2. 2005. Spier, Fred, “Big History: The emergence of an interdisciplinary science?”. World History Connected. Vol. 6. Nº 3. 2009.
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Spier, que ha recibido influencias tan diversas como las del ”astrobiólogo” Eric Chaisson o la de los estudios sobre los sistemas adaptativos complejos del San-ta Fe Institute, ha aportado una nueva coherencia teórica al terreno de la “big history”, centrándose en los problemas de la complejidad, y ha sido el primero que, en su libro El lugar del hombre en el Cosmos21, ha introducido en el terreno de la historia el principio Goldilocks –un nombre poco afortunado, que procede del cuento infantil de la niña perdida en el bosque que descubre una casa en que habitan tres osos y en que todo tiene tres dimensiones distintas– que se emplea hoy en diversos campos de la ciencia o en aspectos tan singulares como el de la minería de tierras raras, y nos propone que lo utilicemos para identificar las circunstancias que condicionan y limitan la emergencia y la continuidad de formas diversas de complejidad. Lo cual exige en el campo de la historia estar atentos al hecho de que la aparición de un nivel de complejidad exige que se den unas circunstancias necesarias, y que éstas mismas, o tal vez otras, será necesario que se mantengan para conservar su existencia.
Este concepto viene a enriquecer y desarrollar el de la llamada “path depen-dence” (dependencia del camino), que se aplica en economía y en otras cien-cias sociales para investigar la forma en que los antecedentes, o sea la histo-ria, influyen en los resultados del presente, incluso cuando las causas que han contribuido a crear esta “dependencia del camino” parezcan no ser relevantes en la actualidad.
En todas estas corrientes hay elementos interesantes y que conviene conside-rar, pero que hay que tomar con prudencia, para no dejarnos llevar al terreno de un cientifismo mecanicista, como ha ocurrido con algunas formulaciones de los teóricos de los sistemas adaptativos complejos del Santa Fe Institute, que han querido ir más allá de lo que era razonable en la aplicación a las ciencias sociales de las consecuencias que se pueden deducir de fenómenos con las reacciones BZ, que son las que se producen cuando determinadas mezclas de productos químicos experimentan una reacción oscilatoria y cambian regularmente en una secuencia que se repite, lo cual muestra que en esta mezcla caótica ha apareci-do un orden de manera espontánea.
Partiendo de este fenómeno, Stu art Kauff man sostiene que el estudio de estas reacciones puede explicar cómo se producen fenómenos tan diversos como la distribución de las franjas de las cebras, así como otros aspectos de la mor-fología de organismos simples y complejos . Pero una cosa es especular sobre fenómenos relativamente simples del mundo físico y otra muy distinta querer aplicar esta observación, como lo hace Kauffman, a fenómenos sociales con
Spier, Fred, El lugar del hombre en el Cosmos. La “Gran historia” y el futuro de la huma-nidad. Barcelona, Crítica, 2011.
“las revoluciones y el desorden civil”. Entre otras razones porque es fácil usar como elementos de comparación las formas de las franjas de las cebras, pero el primer problema que se nos presenta cuando queremos hablar de “revolucio-nes y desorden civil” es la dificultad de definirlos de una manera objetiva22.
Los abusos del cientifismo se dan sobre todo en el campo de la historia econó-mica, donde es habitual el uso de modelos simplistas de los que se pretende deducir conclusiones de alcance global. Las cuantificaciones en que se basan suelen ser inseguras porque, como ha dicho Tony Lawson, la naturaleza de la realidad social es tan compleja que las formas de razonamiento matemático de-ductivo resultan generalmente inadecuadas para describirla. Lo cual no es una crítica a la cuantificación, que no tendría sentido viniendo de un matemático, sino una exigencia de rigor en las deducciones formuladas a partir del material cuantitativo23. Que una cautela como esta proceda de un matemático que trabaja en el campo de la teoría económica me sirve para introducir una cautela final.
La complejidad que caracteriza los fenómenos sociales de nuestro tiempo exige que enriquezcamos el utillaje con que hacemos al pasado preguntas cuya finali-dad esencial es ayudarnos a comprender el presente, pero nos obliga también, atendiendo a que los hechos que estudiamos no pueden disociarse de las pecu-liaridades de la naturaleza humana, a utilizar con mucha prudencia el instrumen-tal analítico que se nos ofrece desde fuera de nuestro campo, distinguiendo lo que es útil de lo que puede llevarnos a una simplificación abusiva. Nos sirve de poco hacer extrapolaciones como las de Kauffman, mientras que la forma en que Spier nos plantea el uso del principio Goldilocks, incitándonos a explorar con detenimiento los caminos de la evolución de un fenómeno histórico, nos debe ayudar a no dejar al margen circunstancias que pudieran parecer de un interés secundario de cara al resultado final de lo que estamos buscando, pero que puede resultar que sean condiciones necesarias para la existencia misma de los hechos que queremos explicar.
Es conveniente que nos mostremos abiertos a las corrientes del pensamiento científico de nuestro tiempo, y que no nos mantengamos al margen de las preocupaciones de los investigadores de otras disciplinas que se esfuerzan en comprender mejor las realidades sociales de nuestro tiempo, pero es necesario
Kauffman, Stuart, At Home in the Universe. The Search for Laws of Complexity. Lon-dres, Penguin, 1996. Una explicación accesible de lo que son las reacciones BZ se puede encontrar en Coventry, Peter y Highfield, Roger, Frontiers of Complexity. The Search for Order in a Chaotic World. Londres, Fabder and Faber, 1995, p. 175 y ss.
Lawson, Tony “The current economic crisis: its nature and the course of academic eco-nomics”. Cambridge Economic Journal. Vol. 33. 2009. pp. 759-777.
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que participemos en el diálogo a que se nos invita sin abandonar el rigor propio del trabajo del historiador.
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[Recibido: 4 de octubre de 2011 y Aceptado: 30 de noviembre 2011]
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